¿Quién tiene la culpa?

Héctor Antón

El espacio es un cuerpo imaginario,
lo mismo que el tiempo es un movimiento ficticio.
Paul Valéry

“/¿Dónde encontrar en este cielo sin nubes el trueno cuyo estampido raje, de arriba a abajo, el tímpano de los durmientes?/Hay que saltar del lecho y buscar la vena mayor del mar para desangrarlo/La santidad se desinfla en una carcajada/No queremos potencias celestiales sino presencias terrestres/en una isla tropical los últimos glóbulos rojos de un dragón tiñen con imperial dignidad el manto de una decadencia/” (Virgilio Piñera, La isla en peso, 1943). La malicia impúdica de Virgilio se resiste al hábito de vagar en el limbo de las eras imaginarias o fiesta innombrable de nacer en la ínsula como regalo de Dios, fantasía habitada por Lezama Lima y ese culto a la personalidad intelectual que generó el misterio de su conversación entrecortada. Piñera se entroniza como el rival que engrandece a Lezama, para olvidar la urgencia de un obeso literario alimentándose de los halagos que le obsequian sus acólitos en tiempos difíciles. Ante el “jaque mate al hado” del Paradiso (1966), Virgilio reacciona avergonzado de una guerra absurda: “No puedo seguir peleando con un hombre que ha escrito una novela tan maravillosa”. Tal vez un antagonista como Piñera acató una máxima de Immanuel Kant cuando dijo: “La honestidad es la mejor política”. “La revolución no sabe ni llorar ni enterrar a sus cadáveres políticos” (Stalin). “/¿Del tirano? Del tirano di todo, ¡di todo, ¡di más!; y clava con furia de mano esclava sobre su oprobio al tirano”/¿Del error? Pues del error di el antro, di las veredas oscuras; di cuanto puedas del tirano y del error/” (José Martí). Los verdugos del presente serán las estatuas derribadas del mañana. Y no todos acabarán exhibidos como reliquias escultóricas donde el glamour se trueque con el perdón. “La clave del Opus Dei (santa mafia o “prelatura personal” de la Iglesia Católica) es el secreto. Nunca contar la verdad. Nunca contar los datos. Solo hablar de principios” (Alberto Moncada, sociólogo ex-numerario). El compromiso es una abstracción política (como Nación, Iglesia o Estado) tan maleable como la plastilina. “En Miami no hay una dictadura porque los cubanos no han podido separar la Florida de Estados Unidos” (Reinaldo Arenas). No importa que falte la Tierra Prometida cuando sobra el espacio. “Libertad en lo azul” (José Martí, Diario de Montecristi a Cabo Haitiano). Epitafio de una no-persona hallada en el sepulcro de los idénticos: Aquí, aún me sigo escondiendo. “¡Qué solos están los generosos! ¡Qué silencio rodea a todos los que brillan!” (Friedrich Nietzsche). ¡Cuánta vigencia debieran gozar estas palabras dichas por un misántropo alucinado cuando sustentar una convicción donde no hay traición, una sola, tiene un seguro de fiasco garantizado!. “Razonemos juntos” –dijo Vito Corleone. Hasta en el paraíso del crimen organizado la reflexión supone un acto de limpieza. “¿Ante quién alabarme? ¿Qué bestia hay que adorar? ¿Qué santa imagen atacar? ¿Qué corazones romperé? ¿Qué mentira debo sostener?” (Arthur Rimbaud). Los extrovertidos abandonaron el cubículo polar transformados en delatores. En cambio, el mudo salió convertido en un escritor tan detallista como Marcel Proust. “Hay, pues, que ser astuto como un zorro “para conocer las trampas” y fiero como un león “para espantar a los lobos”. A los hombres hay que conquistarlos o que eliminarlos” (Nicolás Maquiavelo). “Los fines han de ser públicos, los medios ocultos” (José Martí). La soberbia como esencia es el escudo de quienes, en apariencia, manejan la humildad como una espada. “Una lista de la bibliografía martiana que nos dejó la república es, en gran medida, una relación delincuencial” (Luis Pavón Tamayo). Unos le vendieron su alma al diablo a un precio decoroso, pero otros prefirieron regalársela. “El comunismo será una aspirina del tamaño del sol” (Roque Dalton). “La diferencia más grande, el mayor problema, el error más grave consiste en haber identificado a Estados Unidos como al enemigo principal, poniendo toda nuestra insistencia en el factor externo” (Luís Carlos Prestes, líder del Partido Comunista Brasileño). “Fue peor que un crimen. Fue una equivocación” (José Fouché). 1984 dejó de ser una novela de ciencia ficción totalitaria, para convertirse en el libro-pistola que le permite a George Orwell convertir el Vía Crucis de Winston Smith en documento testimonial, donde lo históricamente exacto se revierte en lo simbólicamente verdadero. Cartel diseñado para instalar en el penúltimo bastión de la culta, próspera y autocrítica Eurasia: ¡SIEMPRE ESTAMOS EN 1994!. “Nixon no tiene madre porque lo parió una mona; Ford no tiene madre porque lo parió una perra; Carter no tiene madre porque lo parió una vaca; Reagan no tiene madre porque lo parió una puerca; Bush no tiene madre porque lo parió una rata” (Consignas populares). Los enanos fueron declarados inservibles: se avecinaba una tarea de gigantes. “El fin del pueblo es más digno que el de la nobleza: ésta quiere oprimir, aquél no ser oprimido. También debe tener en cuenta el príncipe que ha de vivir siempre con el mismo pueblo, pero no con los mismos grandes, pudiendo diariamente crear otros nuevos o deshacerse de los que tenía. Pero la mejor fortaleza consiste en no ser odiado por el pueblo” (Nicolás Maquiavelo). “Por eso se escribe El príncipe, uno de los pocos libros en los que un hombre ha dicho, de veras, lo que pensaba. Lo que induce a otorgar al maquiavelismo una buena cuota de honradez y de sinceridad, y hasta considerarlo un poco cándido” (Mirta Aguirre). ¿Cómo reivindicar el legado de un culpable inocente frustrado ante la supremacía absoluta que no pudo detentar, mientras en un verde caimán (flotando en el Mar Caribe) se luchaba por consolidar un sistema regido por la igualdad?. “En un pueblo que emigra, los gobernantes sobran” (José Martí). Es castrante aceptar la quimera de que subsistir en la trampa del ocio reside en una elección personal e intransferible. “Los cañones son más importantes que la manteca” (Hermann Göring, lugarteniente de Hitler). Unas veinte millones de personas murieron en los Campos de concentración bajo la política de exterminio acometida por el Tercer Reich. La etnia judía alcanzó una cifra de seis millones de víctimas. Los hornos crematorios tenían capacidad para incinerar cuatro mil ochocientos cuerpos diarios. “Y si algún día yo muriera, mi espíritu permanecerá vivo” (Adolf Hitler). ¿El complejo de culpa es un trauma exclusivo de los débiles? “Suéltame, porque creo en tu aliento. Ciégame, porque oigo tu no. Suéltame entre muchos pasos y el ciempiés. Ciégame debajo del árbol del conocimiento. Suéltame, que me reduzco y grito. Ciégame, que me abarco y comprendo” (José Lezama Lima, Diario). “Es curioso como aún en las formas supremas del dolor poético no hay palabras que rediman el dolor de la realidad que miden: las intensas palabras de Paul Celan están muy lejos de los hornos crematorios. Por eso toda extensión poética se vuelve sospechosa. Toda imagen avanzando por una extensión debe sentirse amenazada por los huecos negros de la Historia” (Rolando Sánchez-Mejías, Olvidar Orígenes). La poesía triunfa en el “podio civil” cuando desecha el tenebroseo y la envolvencia política. “/Stalin, Capitán, /a quien Changó proteja y a quien resguarde Ochún…/” (Nicolás Guillén, Canción a Stalin). “/¿Y qué hago yo aquí donde no hay nada grande que hacer?/ ¿Nací tan solo para esperar, para esperar los días, los meses y los años?/ ¿Para esperar quién sabe qué cosa que no llega, que no puede llegar jamás, que ni siquiera existe?/ ¿Qué es lo que aguardo? ¡Dios! ¿Qué es lo que aguardo?/” (Rubén Martínez Villena, El gigante). Suman demasiados “civiles en shock” que aprecian como una “temeridad de otra época” el credo de un soñador acorazado en la urgencia de sus ideales. “Un guerrero es un hombre que puede prescindir de la verdad, que no conoce otra que la toma de posesión, la suya y la de su adversario, y que tiene la energía suficiente para batirse sin tener que ofrecer razones para tranquilizarse” (Paul Veyne). Todos respetaban las disquisiciones del iluminado que cumplía un voluntario arresto domiciliario. Así lo reconocían el rey, los súbditos y el pueblo agradecido. Se trataba de la autoridad ideal dispuesta para intervenir en el momento ideal: nadie le hacía sombra, pero estaba en la sombra. “La patología demuestra que no solo afectos y heridas sino hasta la locura pueden propagarse a base de simpatía” (Johann von Herder). En un juicio sumario, celebrado a puertas cerradas, la histeria quedó absuelta y recomendada al dictamen clínico de la posteridad. “Yo ataqué, tuve miedo y corrí” (Che Guevara, Diario). “No todo el mundo tiene el coraje de hablar de su miedo. También dice al otro día que no tuvo miedo y ese día corrieron los otros. Cuando el Che hace sus notas en Bolivia, de las cosas que le ocurren, no hay que olvidar su condición asmática pero también su gran voluntad. ¿Se sentía atraído por la muerte? De eso quién responde” (Carlos Franqui). Exaltar la transparencia de un aventurero sin ambición de longevidad hegemónica con inspiración nómada es un ritual perpetuándose en un búnker subterráneo. “Hay entre los hombres de la guerrilla y los hombres del terror una coincidencia insoslayable: unos y otros valoran altamente la teatralidad de la muerte, la estetización religiosa del martirio” (Rafael Rojas, Benjamin no llegó a La Habana). Tras un combate de setenta y dos horas librado en un bosque de eucaliptos angolano, un fusil de asalto AK-47 cubierto de fango vuelve con el soldado Inocente Cruz al hombro. “…quisiera decir unas palabras de despedida, el poema de Lorca a Whitman: diez mil ratas grises cruzaban la ciudad ” (Ángel Santiesteban Prats, Los olvidados). Aunque se consideraba un ejemplo digno de imitar para las generaciones venideras, detestaba quedarse a solas con su conciencia. “¡Cuídate de la hoz sin el martillo, cuídate del martillo sin la hoz!” (César Vallejo). La cadena y el mono es una fábula que se reinventa una y otra vez en la marcha del subdesarrollo como gemido rentable. “Un mundo que se hace explotar a sí mismo ya no permite que le hagan su retrato” (Hermann Broch). Letrero para ser ubicado a la entrada del Acuario Nacional de Cuba: Los tiburones son impredecibles. “¿Qué te importa a ti que la gente pase hambre? ¡Uno debe seguir adelante, hacerse un nombre, conseguir un teatro donde representar sus obras!” (Bertolt Brecht). Con un mago y once animales amaestrados bastan para hacer la función. “/Protégete de los vacilantes, porque un día sabrán lo que no quieren/Protégete de los balbucientes, De Juan-el gago, Pedro-el mudo, porque descubrirán un día su voz fuerte/Protégete de los tímidos y los apabullados, porque un día dejarán de ponerse de pie cuando entres/” (Heberto Padilla, Para escribir en el álbum de un tirano, Fuera del juego, 1968). Entre los pasajeros que descendían la escalerilla del avión, los amigos que acudieron a recibir al poeta no distinguían la sensación de rabia o desahogo. “En el exilio la página en blanco pasa a ser nuestra patria” (Reinaldo Arenas). Un hereje contra todas las banderas como Reinaldo Arenas tipifica otra maldición proveniente de la zona oriental de Cuba. Era un talento amargo convencido de simbolizar el modelo del judío homosexual, destinado a ser un apestado en cualquier lugar del mundo. Se quitó la vida en fase terminal de SIDA en Nueva York (1990). Murió aferrado al espejismo de renacer como planta o vegetal en los campos de su infancia. “Los hombres aman en secreto las verdades peligrosas, y sólo iguala su miedo a defenderlas, antes de verlas aceptadas, la tenacidad y brío con que las apoyan luego que ya no se corre el riesgo en su defensa” (José Martí). “No es posible que en la Cuba de Martí, el pensar libremente sea un delito” (Julio Antonio Mella). De los fundadores de aquel circo ambulante, el comecandela virtual era el único sobreviviente. “En ciudad tan envanecida como esta, de hazañas que nunca se realizaron, de monumentos que jamás se erigieron, de virtudes que nadie practica, el sofisma es el arma por excelencia. Si algunas de las mujeres sabias te dijera que ella es fecunda autora de tragedias, no oses contradecirla, secúndala en su mentira; si un hombre te afirma que es consumado crítico, secúndalo en su mentira. Se trata, no lo olvides, de una ciudad en la que todo el mundo quiere ser engañado” (Virgilio Piñera, Electra Garrigó, 1941). En fraterno acto de despedida, las marionetas entregaron su lugar a los títeres, aptos para instaurar un teatro popular que reflejara la épica de obreros y campesinos. “Aceptamos la amarga necesidad que exigía mandar tropas a Checoslovaquia” (Fidel Castro Ruz, agosto 1968). La autodeterminación es un eufemismo útil para renegados y cómplices en los estados de excepción donde sociedad civil y control militar es una redundancia. “No parece alzarse nunca a la recta interpretación, todo para fruto de escamoteos, de sustituciones. Si los profetas le llamaban a Babilonia la gran prostituta, ¿cómo no llamarle a nuestra querida isla, la gran mentirosa?” (José Lezama Lima). Arribamos a los diez millones de habitantes con una moral intachable. “Pero nosotros, en varias camas, con mugres y millones de lepras, entre tecnologías dictatoriales, planes y simulaciones, ya no sufrimos nada. Nos permiten tomar pastillas y callar” (Virgilio Piñera, Un duque de Alba, 1972). A pesar de que el resorte dramático era la claustrofobia de Tabo y Tota (esperanzas del pasado víctimas del exorcismo imposible) muchos años después (ya sin vida el autor) se logró estrenar Dos viejos pánicos en 1990. “Los muros tras los que se hallaban prisioneros los hombres estaban construidos de versos y a lo largo de aquellos muros se bailaba. Y no, no era ninguna danza macabra. ¡Bailaban la inocencia con su sonrisa ensangrentada!” (Milan Kundera, La vida está en otra parte, 1973). Confesión grabada en la cinta de un interrogatorio semejante a otro interrogatorio: “Juro no volver a desatar el nudo de la lengua”. “Porque uno de los más prodigiosos y esperanzadores acontecimientos históricos de este fin de siglo se gestó allí, en un calabozo inhumano, gracias a la inteligencia y a la grandeza de espíritu del más respetable político vivo de nuestro tiempo” (Mario Vargas Llosa, La isla de MANDELA). Mario Chanes de Armas (La Habana, 1927- Miami, 2007) cumplió treinta años de privación de libertad sin disparar un tiro ni pertenecer a ninguna organización opositora. Participó en el Asalto al Cuartel Moncada y en el desembarco del yate Granma. Se le arrestó en 1960 por el delito de Conspirar de Palabra y, de un supuesto atentado contra Fidel Castro, cargo del que se declaró inocente. Fue un Plantado que no se arrepintió de nada y rechazó sumarse a la reeducación penitenciaria. “Las revoluciones se nutren de la ignorancia del porvenir” (Raymond Aron). Se cuentan treinta y cinco mil estatuas del “presidente eterno” Kim Il Sun (1912-1994) en la República Popular Democrática de Corea. La faena diaria es una búsqueda del enemigo invisible. Kim Jong II (1941-2011), hijo y sucesor de Kim Il Sun, parecía tener el don de la ubicuidad: estaba en todos los sitios y sabía de todo. Los cortes eléctricos invaden la capital Pyongyang. Internet está prohibido. Los desfiles militares se retransmiten para que ningún ciudadano se los pierda. A cada turista se le asigna un guardaespaldas. Kwon Hyok, ex-jefe del campo de prisioneros # 22 norcoreano, quien reside en Seúl (Corea del Sur) reveló ante las cámaras de la BBC: “Durante tres años disfruté torturando a la gente. El placer fue desapareciendo con el tiempo y, después, te sustituyen. Si un prisionero político violaba algunas de las reglas del campo, no solo su familia, sino las cinco familias vecinas eran asesinadas, invocando al principio de la responsabilidad colectiva”. Un anciano disidente propuso en Washington que el telón de acero fuese destruido lo antes posible. Sin embargo, Corea del Norte no tiene petróleo y está muy lejos. ¿A quién le importaba la petición del tardío desertor? El agujero negro del Paralelo 38 (línea fronteriza entre Corea del Norte y Corea del Sur) no aparece en ninguna agenda hegemónica. ¿Llegará el día en que los doscientos mil presos políticos confinados en los “kwan li so” (campos de trabajo) puedan reconocer aliviados: “Todo lo que tiene fin es breve”? “Esperar es un crimen” (Trotsky). “Nadie me quiere, pero todos me respetan” (Stalin). La piedad se esfuma cuando el déspota en serie percibe su estatura en el cenit de la paranoia. “¡Qué difícil es que se den unidos la audacia temeraria, la larga desconfianza, la cruel negativa, el hastío y el cortar por lo sano! Pero de esa semilla procede la verdad” (Friedrich Nietzsche). Un grito sin eco se eleva por encima de la pasarela nocturna habanera: ¡Ya es hora de que los cubanos dispersos por el mundo retornen a casa!. Graffiti inscrito en un muro del Hospital Militar Central Dr. Carlos J. Finlay: Una medicina gratis remienda la máscara de una sociedad enferma. “Huye, Adso, de los profetas y de los que están dispuestos a morir por la verdad, porque suelen provocar también la muerte de muchos otros, a menudo antes que la propia, y a veces en lugar de la propia. Quizá la tarea del que ama a los hombres consista en lograr que éstos se rían de la verdad, lograr que la verdad ría, porque la única verdad consiste en aprender a liberarnos de la insana pasión por la verdad” (fray Guillermo de Baskerville, Umberto Eco, El nombre de la rosa). El clonado patriarca toleraba la broma. Además, en días festivos consentía a los sirvientes escuchar al bufón, improvisar chistes de humor negro y desahogar carcajadas. Solamente exigía una condición: que ni la sonrisa ni la carcajada podían salir de su palacio. “No hay democracia política donde no hay justicia económica” (José Martí). “Bien lejos de todo patriotismo, cuando hablo de José Martí, siento la misma emoción, el mismo temor, que se siente ante las cosas sobrenaturales” (Julio Antonio Mella). Envidiando las hazañas de los combatientes-atletas, el más fanático de los espectadores presentes en el coliseo, se propuso la meta de su vida: levantar y soportar el peso de la historia. “Si pretendes influir en los trabajadores, especialmente en los alemanes, sin un cuerpo doctrinario e ideas científicas claras, lo único que conseguirás es un acto vacío y poco escrupuloso de propaganda, el cual conducirá inevitablemente a la aparición, por un lado, de un apóstol inspirado y, por el otro, a una masa de asnos que le escucharán con la boca abierta” (Karl Marx). Un ciego vidente con más conflictos imaginarios que reales alcanza persuadir al dueño de un cráneo imperfecto (quien sufrió persecución y destierro) romper con la promesa de una venganza. “La vida es siempre la muerte de alguien” (Antonin Artaud). Despreciaba el recurso televisivo de los aplausos grabados, pero ya no le quedaba otra alternativa. “Cuando el mar de una isla no es sólo mar para ir a otra parte, sino para que se lo pasee y se lo goce mirando hacia dentro, esa isla será alta y hondamente poética, no ya para los de fuera, sino, sobre todo, para los de dentro” (Juan Ramón Jiménez). “La no violencia auténtica es imposible para quien no es audaz” (Mahatma Gandhi). El historiador y activista socialdemócrata Manuel Cuesta Morúa considera que la disidencia interna necesita subvertir las protestas en propuestas, para alcanzar una credibilidad proyectual a escala internacional. ¿Podría concretarse un estallido de la Protesta Cubana desde su plataforma clandestina o tentada a convertirse en ráfagas de exportación? “Nadie es mofeta en su tierra” (Patriota virtual). “El rojo es un color que apaña todas las mentiras” (Autobiografía colectiva inédita). “/Están buscando a Alexander Bukowski, tipo del barrio, mafioso ruso/oculto entre sombras, fue poniendo bombas en los corazones y por mil razones se cambió hasta el rostro y el nombre/después realizó un truco pésimo, desapareció una avioneta en pleno vuelo sin dejar rastro ni restos/combinación de magia con terrorismo/y no me explico cómo es posible que este tipo no esté preso si también participó en la Causa 2./se dice que es loco que no tiene juicio/y cuando rodeado lo tienen por la curvita se pierde/es tan famoso que hasta el Vaticano la mano le dio/su historia navega por Internet, pero si lo ves no llames a nadie/pues hay mil probabilidades de que esto sea lo último que hables/” (Karel “El Indomable”, Comisión Depuradora, 2007). Los artistas mueren…El simulacro es inmortal. Propuesta de eslogan para una valla instalada frente al mar y de espaldas a la urbe sitiada por una turba adiestrada en rechazar agresiones fantasmas del acoso imprescindible: Nada podrá hundirnos porque somos el abismo. “Nunca llegará el enemigo” (Radamés Molina, La torre de Babel). “El futuro está en el mambo. Tongolele debe ser ministro” (Lisandro Otero, Bolero, 1984). “Lo mejor es dormir, perfectamente ebrio, sobre la playa” (Arthur Rimbaud).