En el mundo contemporáneo, encaminado hacia una era virtual y una sociedad dominada por la tecnología y la comunicación a través de redes, resulta completamente inusual las características del contexto cubano como zona libre de internet y de todo tipo de avance tecnológico.
Bibiana Carbonell y Tania Hernández. Experimentación y límites en el 6to. Salón de Arte Cubano Contemporáneo
Reductio ad absurdum: Transformación de un enunciado en otro equivalente más simple o más preciso o tal que logre revelar la verdad o falsedad del enunciado originario.
Nicolás Abbagnano. Diccionario de filosofía
Otari Oliva, septiembre 2014.
El 6to. Salón de Arte Cubano Contemporáneo (SACC), evento mayor del Centro de Desarrollo para las Artes Visuales (CDAV) ha sido promovido a lo largo de todo el presente año como radicalmente diferente a sus pasadas ediciones. Aún cuando faltan por inaugurarse los mayores acontecimientos expositivos que habrán de concretarlo –xl´2, Las otras narraciones, Arte Cubano Contemporáneo en Colección y Perfiles-, se puede aseverar que, debido fundamentalmente a todo el trabajo mediático que lo ha acompañado, la sexta edición del SACC se ha refugiado en una variable diferencial que lo hace notable.
El 6to. SACC, se puede decir, es antes que nada un estado de ánimo o mood y, en ese sentido, es un logro. La socialización de este mood, una herramienta común a toda estrategia publicitaria –originada en el momento en que, antes que productos, se comenzaron a vender estilos de vida-, ha de suponerse afecta fundamentalmente a artistas jóvenes que ven en la promoción de las instituciones nacionales una oportunidad de visibilización. Sobre todo cuando la radical diferencia que propone el discurso promocional del 6to. SACC se debe a un gesto cercano a nociones democratizantes traducidas en una ampliación sin precedentes de los marcos espacio-temporales en los que históricamente se venía produciendo el evento. En ese sentido, podemos decir, el 6to. SACC emula con su hermano mayor, La Bienal de La Habana, y, podemos presumir, evidencia una tendencia “reformista”, que forma también parte de otro mood: el de las cúpulas de poder en Cuba.
Por estos días la televisión nacional ha estado informando a la ciudadanía de los planes de la USAID por penetrar sectores jóvenes de la población mediante la promoción de una ideología estratégicamente estructurada mediante los tópicos de liderazgo, activismo social, cambio y democracia. Obviamente no puede juzgarse, sin una investigación adecuada, la incidencia de estas informaciones en la forma en la que los diversos estratos ciudadanos elaboran su pensamiento político e ideológico. Sin embargo, el actual sistema político se autoproclama como esencialmente democrático y, no quedan dudas de que, en los últimos años, mucho se ha hecho por evidenciar este postulado desde los medios de comunicación. Podemos decir entonces que, una vez más, se discute mediática y nacionalmente la legitimidad de los contenidos democráticos de prácticas diferentes.
Si nos hemos permitido el lujo de esta digresión es porque ella apunta a un asunto que consideramos relacionado con el 6to. SACC. Nos referimos a lo que pudiéramos llamar un conflicto informativo y sus correspondientes escaramuzas, -desde la ideología- en el lenguaje y el resto de las plataformas de intercambio simbólico que se lleva a cabo mediante lo que Foucault denominó dispositivos:
Lo que trato de indicar con este nombre es, en primer lugar, un conjunto resueltamente heterogéneo que incluye discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas, brevemente, lo dicho y también lo no-dicho, estos son los elementos del dispositivo. El dispositivo mismo es la red que se establece entre estos elementos.
Internet, llamada también Red de Redes (América – sustantivo propio- era también denominada mediante frases compuestas como Nuevo Mundo que reflejaban en el nombramiento la ideología del proceso que regía la época) constituye la plataforma contemporánea por excelencia del intercambio simbólico, todo lo que resulta mediado por algún tipo de texto (información, arte, ciencia, el ser humano, etc.) resulta poderosamente atraído por ella, pues ha devenido su órgano constituyente y, como se ha dicho, el nuevo espacio conquistado(en disputa colonial)por la civilización occidental extendida. Alcanza la Red, desde una función inobjetable de mediación, una función ontológicamente constituyente. Definir la Red como un dispositivo obvia todos estos enunciados anteriores en tanto no puede entenderse como un mero mecanismo regulador. Sin embargo, los dispositivos que se enfocan en el contexto nacional sí hacen un uso de la Red, en tanto participantes y disputantes de un enfoque legítimo sobre ella.
El primer exergo de este artículo donde se realiza esta extraña afirmación de Cuba como “territorio libre de Internet y todo tipo de avance tecnológico” responde en realidad a un segundo momento de socialización del 6to. SACC. En un primer y anterior texto “Proyecto General VI Salón de Arte Contemporáneo Cubano”, circulado vía e-mail se citan, entrando en contradicción con los enunciados de la segunda entrega, estadísticas de diversos tipos de acceso y uso de la Red, y que pretenden reflejar un incremento del acceso -no obstante este es, como todos conocen, un proceso que evoluciona muy lentamente, anclado como está en una administración formal determinada por la ideología y los recursos financieros y una administración informal (mercado negro), determinada por los recursos financieros y las relaciones personales.
La segunda convocatoria se diferencia en otro punto muy importante de la primera: rehúye el discurso argumentativo por uno llanamente aseverativo -el postulado de “libertad” que figura en este exergo, que no resulta explicado de forma alguna, es inquietante-. Ya se vio que donde se dijo col ahora se dice lechuga, pero es importante ir un poco más allá y preguntarse el porqué, ante la invitación constante a usar las plataformas de redes sociales que hacen todos los programas de la televisión nacional –una falacia en sí misma que alguien llegó a caracterizar como insulto a la ciudadanía-, una institución cultural como el Centro de Desarrollo para las Artes Visuales, participa públicamente de un criterio tan notoriamente diferente (que además necesitaría un par de líneas explicativas para evitar confundir a Cuba con los áridos territorios marcianos). Nuestras especulaciones se inclinan hacia el hecho de que, atravesado por conflictos que lo trascienden y reducido a fungir como dispositivo, el discurso del 6to. SACC no puede articular la coherencia propia de un sujeto que dispone de autonomía y que privilegia el desarrollo de sus puntos de vista en función, en la mejor de la ocasiones, de someterlos a debate con terceros. Ser un dispositivo ideológico “en última instancia” siempre provoca este efecto pendular, esta oscilación de las premisas del discurso.
Hemos intentado llegar a algunas cuestiones o, mejor dicho, sugerirlas. De la misma forma en que no creemos que ninguno de estos análisis esté acabado tampoco creemos tan siquiera que hayan sido planteados de forma correcta –sin embargo vale recordar a Leszek Kolakowski en “Reconsiderando la muerte de la utopía”: (…) al haber enterrado toda esperanza de dar con el fundamento definitivo del conocimiento ¿estamos condenados a renunciar al concepto de verdad en su acepción usual(…)?-. Del 6to. SACC queda mucho por decir –por ejemplo que se encuentra muy cerca de las ideas generadas para Big Bang Data, una exposición de este año del Centro Contemporáneo de Cultura de Barcelona y, mucho más importante, que se comporta como un proceso de adulteración histórica, siguiéndole los pasos al último congreso de la UNEAC y toda la práctica actual de “alternatividad” institucional-, habría de hecho que haber dicho mucho ya y continuar haciéndolo hasta el fin del evento, acompañándolo críticamente, pero esto, lamentablemente, no ha sucedido en ninguna medida. El laxo estado de la crítica de arte en Cuba se conoce bien, la autocomplacencia institucional no es para nadie un misterio a develar y la vena apologética ha sido cultivada con esmero durante más de medio siglo, no sorprende ya –aunque esto sea digno de pena- al alto índice reproductivo de la farsa y la suspensión de una voluntad reflexiva. Como ejemplo de ello, para concluir, este fragmento de las bases de xl´2: Centrada en la inquietud de los artistas en relación con el significado de la comunicación en la vida cotidiana y dibujando una arquitectura alternativa del flujo de información en la Cuba actual.
El Estado ha aprendido a segregar su misma “alteridad”, a construirla, esta es toda una nueva fase. El juego continúa.
* Este texto constituye un limitado esfuerzo por enfocar críticamente la deriva del 6to. Salón Cubano de Arte Contemporáneo. Fue concebido para ser publicado antes del ciclo inaugural de exposiciones colectivas que constituyen la segunda parte del Salón. Desafortunadamente este objetivo “estratégico” no se logró. Decidimos socializarlo ahora, no obstante se encuentra temporalmente desfasado y también “fuera” de su plataforma de destino original, porque hemos podido constatar que no ha existido un intento polémico desde ninguna sección cultural mediática y porque algunas de nuestras apreciaciones nos siguen pareciendo válidas.
Crédito de la imagen: Planeta Marte. NASA/JPL-Caltech/University of Arizona
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