(selección de fragmentos)
Dmytri Kleiner
En Defensa del Software Libre
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El Manifiesto Telecomunista
Prefacio
Acuñé el término “Comunismo de Riesgo” en el 2011 para promover el ideal de la auto-organización productiva de los trabajadores como forma de resolver el conflicto de clase. Tele- kommunisten [telecomunista] es un colectivo con base en Berlín, Alemania, donde vivo desde el 2003. Me encontré con el término “Telekommunisten” (que se convertiría en el nombre del coletivo) en el 2005, cuando visitaba el departamento de un amigo. Él y su compañero habían nombrado “telecomunista” a la red de área local que usaban para compartir el acceso a Internet.
Telecomunista había sido usado como el nombre despectivo de la antigua telefónica estatal de Alemania, Deutsch Telekomm, que ahora es una corporación transnacional privada cuya marca “T-Mobile” es conocida en todo el mundo. La utilización del comunismo aquí se refiere a la telefónica como un monstruo monolítico, autoritario y burocrático. Este es un punto de vista totalmente diferente al uso positivo del término para referirse al compromiso con el conflicto de clases
con el objetivo de una sociedad libre sin clases económicas, donde la gente produce y comparte como iguales, una sociedad sin propiedad ni Estado, que produce no para lucrar, sino por su valor social. De esta manera, no somos simplemente un colectivo de agitadores en la esfera de las telecomunicaciones. Telekommunisten promueve la noción de un comunismo distribuido: un comunismo a la distancia, un telecomunismo. Una comuna de riesgo no está atada a una ubicación física donde pueda ser aislada y confinada. Con una topología similar a una red de pares, Telekommunisten intenta ser decentralizada, con sólo una mínima coordinación requerida entre su comunidad internacional de productores-propietarios.
(…)
El presente trabajo es un “Manifiesto”, no en el sentido de que delinea un sistema teórico completo, un grupo dogmático de creencias o la plataforma de un movimiento político, pero sí en el espíritu del manifiesto como principio o introducción. Matteo Pasquinelli, que me empujó a escribirlo, sintió que mi rol como una voz underground de nuestra comunidad era demasiado underground y declaró que era “tiempo de salir” con un texto publicado. Me conectó con Geert Lovink, que sugirió la estructura y el abordaje del texto y se ofreció como redactor y, a través del Institute of Network Cultures, como editor.
(…)
Introducción
En el prefacio a Contribución a la Crítica de la Economía Política, Marx argumenta que, “en un punto del estado de desarrollo, las fuerzas productivas de la sociedad entran en conflicto con las relaciones de producción existentes” (Marx, 1859). Lo que es posible en la era de la información entra en conflicto directo con lo que es permisible. Editores, productores cinematográficos y la industria de las telecomunicaciones conspiran con los legisladores para embotellar y sabotear a las redes libres, para impedir que la información circule fuera de su control. Las corporaciones de la industria discográfica intentan forzar su posición como mediadores entre artistas y admiradores, mientras los admiradores y los artistas se acercan entre sí y exploran nuevas formas de interactuar.
Los productores de software, como los fabricantes de armas, juegan a dos puntas en este conflicto: proveyendo las herramientas para imponer el control a la vez que proveen las herramientas para evadirlo. Las relaciones no jerárquicas posibilitadas por las redes de pares, como la Internet, contradicen la necesidad capitalista de cercamiento y control. Es una batalla a muerte; o la Internet como la conocemos deberá desaparecer o el capitalismo lo hará. ¿Nos arrojará el capitalismo hacia la edad media de la red, a CompuServe, los teléfonos móviles y la TV por cable antes de permitir que las comunicaciones entre pares nos lleven a una nueva sociedad? Sí,
si es que pueden. Marx concluye que “ningún orden social perece antes que todas las fuerzas productivas que entren en su interior se hayan desarrollado; y nuevas y más altas relaciones de producción nunca aparecen antes que las condiciones materiales de su existencia hayan madurado en el útero mismo de la antigua sociedad” (Marx, 1859).
El Manifiesto Telecomunista es una exploración del conflicto de clases y la propiedad, nacido de la comprensión de la primacía de la capacidad económica en las luchas sociales. El énfasis está puesto en la distribución de activos productivos y su producto. La interpretación siempre estará orientada al entendimiento de que la riqueza y el poder están intrínsecamente enlazados y sólo mediante el primero puede alcanzarse el segundo. En tanto colectivo de trabajadores intelectuales, el trabajo de Telekommunisten está profundamente enraizado en las comunidades del software y la cultura libres. No obstante, la premisa central de este manifiesto es que el involucramiento en el desarrollo de software y la producción de obras culturales inmateriales no es suficiente. La comunitarización de la propiedad inmaterial por sí sola no puede cambiar la distribución de activos productivos materiales y por lo tanto no puede eliminar la explotación; sólo la auto-organización de la producción hecha por los trabajadores puede hacerlo.
(…)
Este texto está particularmente orientado a artistas, hackers y activistas con motivaciones políticas, no para evangelizarlos a una posición fija, sino para contribuir a un continuo diálogo crítico.
El manifiesto de la red telecomunista
Derivado de la Sección 2 del Manifiesto del Partido Comunista; Marx y Engels, 1948 (Marx & Engels, 1848).
Revisado utilizando el texto del Manifiesto Comunista en castellano.[2]
Ya dejamos dicho que el primer paso de la revolución obrera será la exaltación del proletariado al Poder, el desarrollo de una red de empresas donde el pueblo produzca por el valor social mismo y lo comparta entre iguales y la cons- trucción y expansión económica de estas para elevar al proletariado como la clase económicamente dominante. Sólo cuando los trabajadores controlen su propia producción será alcanzada la conquista de la democracia.
El proletariado se valdrá del Poder Económico para ir despojando paulatinamente a la burguesía de todo el capital, de todos los instrumentos de la producción, decentralizándolos en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase gobernante, en un stock común controlado directamente por aquellos que lo utilizan para producir, y procurando fomentar por todos los medios y con la mayor rapidez posible las energías productivas.
Claro está que, al principio, esto sólo podrá llevarse a cabo mediante una acción despótica sobre reestructuración de nuestras empresas a la propiedad y el régimen burgués de producción, por medio de medidas que, aunque de momento parezcan económicamente insuficientes e insostenibles, contrarias a nuestros fines, en el transcurso del movimiento serán un gran resorte propulsor y de las que no puede prescindirse como medio para transformar todo el régimen de producción vigente.
Estas medidas no podrán ser las mismas, naturalmente, en todos los países todas las comunidades.
Para las más progresivas mencionaremos unas cuantas, susceptibles, sin duda, de ser aplicadas con carácter más o menos general, según los casos.
Expropiación Mutualización de la propiedad inmueble sobre todos los medios de producción y aplicación de la renta del suelo a los gastos públicos mutuales.
Fuerte impuesto progresivo. Establecimiento de un ingreso garantizado en la forma de dividendos pagados a cada miembro de la comunidad, igual en cantidad a la parte per cápita de toda la renta mutualmente recolectada.
Abolición del derecho de herencia. Derecho a la membresía para todos aquellos que contribuyan con su labor y sola compensación por esta contribución de labor, no por herencia, compra o transferencia de ningún tipo.
Confiscación de la fortuna de los emigrados y rebeldes. Renuncia contractual de la propiedad privada sobre los activos productivos de todas las empresas de los miembros y en su lugar, toma de posesión de sus necesidades productivas por alquiler al stock común.
Centralización del crédito en el Estado por medio de un Banco nacional con capital del Estado y régimen de monopolio. Establecimiento de un mercado mutual de bonos, donde los bonos son subastados con el propósito de construir el stock común de activos productivos.
Nacionalización de los transportes. Desarrollo de los recursos necesarios para poner en manos de todos los miembros los medios de comunicación y transporte.
Multiplicación de las fábricas nacionales y de los medios de producción, roturación y mejora de terrenos con arreglo a un plan colectivo. Provisión general de oportunidades para adquirir y extender los instrumentos de producción disponibles con el mayor grado posible.
- 8. Proclamación del deber general de trabajar; creación de ejércitos industriales, principalmente en el campo. Igualdad de oportunidad de participación y producción.
- 9. Articulación de las explotaciones agrícolas e industriales; tendencia a ir borrando gradualmente las diferencias entre el campo y la ciudad. Abolición de cualquier distinción entre productor y consumidor y transformación de relaciones basadas en transacciones mercantiles a relaciones basadas en la distribución generalizada, donde la producción de valor social toma precedencia sobre la producción de mercancías.
- Educación pública y gratuita de todos los niños. Prohibición del trabajo infantil en las fábricas bajo su forma actual. Régimen combinado de la educación con la producción material, etc. Establecimiento de redes de compartición de conocimiento y capacidades y sistemas de apoyo para todos los miembros y provisión de oportunidades para el desarrollo de habilidades de contribución y producción.
Tan pronto como, en el transcurso del tiempo, hayan desaparecido las diferencias de clase y toda la producción esté concentrada distribuida en manos de la sociedad, el Estado perderá todo carácter político. El Poder político no es, en rigor, más que el poder organizado de una clase para la opresión de la otra. El proletariado se ve forzado a organizarse como clase para luchar contra la burguesía; la revolución auto-organización le lleva al Poder; mas tan pronto como desde él, como clase gobernante, derribe por la fuerza el régimen vigente de producción, con éste hará desaparecer las condiciones que determinan el antagonismo de clases, las clases mismas y, por tanto, su propia soberanía como tal clase.
Y a la vieja sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos de clase, sustituirá una asociación en que el libre desarrollo de cada uno condicione el libre desarrollo de todos.
Contribución a la Crítica de la Cultura Libre
“Estamos en medio de una revolución de las formas en que el conocimiento y la cultura son creados, accedidos y transformados”, establece la “Carta por la Innovación, la Creatividad y el Acceso al Conocimiento”, algo así como un manifiesto del movimiento de la cultura libre (FCForum, s. f.). La revolución es contra un sistema de copyright que se desarrolló junto con el capitalismo y tiene como base a la explotación de los creadores. Es en el contexto de la gran disparidad de riqueza y la lucha entre clases que cualquier investigación sobre la producción cultural debe ser entendida.
Crear las condiciones para la expropiación de los creadores siempre ha sido la raíz del copyright. Esto ha sido el sujeto de crítica y disenso entre artistas y autores desde que existe la noción de derechos exclusivos sobre las ideas. Esto incluye a muchos que adhieren a una oposición completa al copyright, en la forma del anticopyright. El advenimiento de la cultura digital y la popularidad de la compartición de archivos han traído ciertas formas de tal disenso al mainstream, aunque muchas veces sin el contexto de la lucha de clases y cargados por la falsa concepción común de que el copyright fue creado para proteger a los productores culturales. Esto ha llevado a proyectos como Creative Commons, que profesa promover la creación de una cultura común, pero de hecho se auto limita a promover un modelo más flexible de propiedad privada.
Al unirse la producción de software con la producción cultural en la esfera de la creación de material digital reproducible, nuevas formas de disenso y organización emergen de las comunidades de creadores de software libre. El movimiento del Soft- ware Libre y en particular su tremendo éxito comercial produjo métodos y herramientas que han probado ser de gran valor para el movimiento de la cultura libre. Aunque también el movimiento del Software Libre ha creado algunas falsas concepciones, ya que los bienes económicos orientados al uso de los productores, como el software, son diferentes de los bienes para consumo, como los libros, películas y música. En orden a aplicar el poderoso modelo de las licencias copyleft, una forma de licenciamiento que garantiza la libertad de los derivados de las obras, las economías diferentes del software y la cultura deben tomarse en consideración y hacerse compatibles con la emancipación de la clase trabajadora en su conjunto. La cultura libre no puede sostenerse en una sociedad no libre, que necesita de los bienes de consumo para capturar ganancias. La cultura libre sólo puede realizarse en el contexto de una sociedad libre.
Mientras que el copyleft es muy efectivo en la creación de un dominio común de software, alcanzar un dominio común de las obras culturales requiere del copyfarleft, una forma de licenciamiento libre que niega el acceso libre a las organizaciones que mantienen sus propios activos por fuera del dominio común.
La Cultura Libre necesita una Sociedad Libre: El copyfarleft
A pesar del rol beneficioso del copyleft para formar un valioso stock común de software, se vuelve problemático cuando el modelo es forzado en el dominio del arte y la cultura del que nació el disenso contra la propiedad intelectual. Las obras culturales, a diferencia del software, son bienes de consumo, no una herramienta para utilizar en la producción, es decir un bien de producción. Los bienes de producción, como se mencionó antes, son los activos utilizados en la producción, como las herramientas y el equipamiento necesario para producir bienes de consumo que se venden por rédito. La demanda del capital es distinta de la demanda del consumo. La demanda del capital es la demanda de bienes de producción; la demanda del consumo es la demanda de bienes de consumo. El capitalismo no necesita realizar su ganancia en la producción de bienes de capital porque las ganancias se hacen a través del control de la circulación de bienes de consumo. Todo aquello que baje el costo del capital aumenta consecuentemente el beneficio potencial que podrá ser capturado en la venta de esos bienes. Fracasar en comprender la diferencia entre demanda del capital y demanda del consumo propaga el mito de que el éxito del software libre puede ser una plantilla para la cultura libre. Bajo el capitalismo, sólo el capital puede ser libre. Es por esto que el software puede ser libre, pero la cultura no puede serlo sin otros cambios más fundamentales en la sociedad.
El arte no es, en la mayoría de los casos, una necesidad común de la producción como lo es el software. Entonces, su demanda es una demanda de consumo, no de capital. Existen ciertamente casos en los que las obras artísticas pueden consi- derarse necesidades productivas, como los efectos de sonido, el clipart, clips musicales y otros similares y la tradición de los artistas de basarse en la obra de sus predecesores se ha discutido largamente más arriba; sin embargo, cuando discutimos la economía de las obras de contenido, como los poemas, novelas, películas o música, así como el software de entretenimiento como los juegos, no estamos hablando de bienes de producción, sino de bienes de consumo. Las editoras capitalistas y los gigantes de la industria del entretenimiento apoyarán la creación de software copyleft para emplearlo en su producción. No obstante, en la mayoría de los casos, no apoyarán la creación de arte copyleft. Por qué lo harían, si el arte es un bien de consumo y la industria no está en el mercado para regalar bienes de consumo. Están en el mercado para, no obstante, obtener ganancias al controlar la distribución de bienes de consumo.
Como toda la información copiable y reproducible, las obras de contenido no tienen valor de cambio directo y a diferencia del software, raramente poseen valor de uso en la producción. El valor de uso existe sólo entre los fanáticos de estas obras y si los propietarios no pueden obtener dinero de esos fanáticos por el derecho a copiar, ¿por qué financiarían la producción? Y si los propietarios no apoyarán el arte copyleft, que es distribuido libremente, ¿quién lo hará? La respuesta no es clara. En algunos casos, son instituciones culturales estatales o privadas, pero estas sólo pueden soportar un pequeño número de artistas y eso sólo aplicando dudosos y en última instancia arbitrarios criterios de selección para decidir quién y quién no recibe ese financiamiento.
El problema resulta obvio cuando se intenta traducir el copyleft a las obras culturales. Si alguien libera una novela bajo una licencia copyleft y Random House la imprime y obtiene ganancias de esa obra, Random House no ha violado el copyleft mientras lo haya aplicado en su edición. Ser “libre” significa estar abierto a la apropiación comercial, ya que la libertad en términos del copyleft se define por la circulación irrestricta de información antes que libertad de la explotación. No es una sorpresa que la mayor aplicación de copyleft en la producción de obras atísticas, música y textos sea la de permitir la copia, modificación y redistribución mientras sea en términos no comerciales.
Wu Ming, un grupo de autores antipropiedad intelectual de Italia, proclama que es necesario restringir el uso comercial, o el uso lucrativo, para proscribir la explotación parasitaria de los trabajadores culturales. Justifican esta restricción y su divergencia de la versión del copyleft de la Licencia Pública General, en base a que la lucha contra la explotación y la lucha por la remuneración justa del trabajo son la piedra fundacional histórica de la izquierda. Otros proveedores de contenido y editores de libros, Verso por ejemplo, han expandido esta restricción reclamando que la copia, modificación y redistribución no sólo debe ser no lucrativa, sino también en el espíritu del original, sin explicar qué es lo que este “espíritu” significa.
Indymedia de Rumania ha revisado su definición de copyleft para aclarar el significado de “en el espíritu del original” luego de tener problemas con el sitio web neo-fascista Altermedia Rumania, cuyas “jodas” fueron desde secuestrar el dominio indy- media.ro a copiar textos de Indymedia mintiendo sobre nombres y fuentes. Las restricciones de Indymedia Rumania incluyen la no modificación del nombre original y la fuente porque se opone al deseo de transparencia, no reproducir el material lucrativamente porque abusa el espíritu de generosidad y no reproducir el material en un contexto que viole los derechos de individuos y grupos al discriminarlos por nacionalidad, etnicidad, género o sexualidad porque contraviene su compromiso con la igualdad.
Otras versiones del copyleft han intentado añadir otras restricciones basándose en una interpretación fuerte de la “izquierda” de copyleft, utilizando principios positivos en lugar de la libertad negativa basada en restricciones, como valorar la cooperación social sobre el lucro, la participación no jerárquica y la no discriminación. Las definiciones más restrictivas del copyleft intentan fundar un común informacional que no se trate sólo de la libre circulación de información, sino como parte de un movimiento social más grande que basa su comunalidad en principios izquierdistas compartidos. En sus varias mutaciones, el copyleft representa un abordaje pragmático, racional, que reconoce que los límites de la libertad se encuentran en los derechos y responsabilidades recíprocos. Estas diversas restricciones representan interpretaciones divergentes sobre cómo deben ser estos derechos y responsabilidades. Aún así, dadas las pobres condiciones económicas de la mayoría de los artistas que se reservan el copyright completo, el prospecto de la mutaciones no comerciales del copyleft para mejorar las condiciones económicas de los artistas parece remota.
La ventaja principal de la reserva de los derechos comerciales de un artista es la habilidad de licenciar la obra a la industria del entretenimiento bajo otros términos; ya que es comercial, no califica para el acceso libre bajo los términos de la licencia no comercial. Sin embargo, los artistas carecen de recursos para manufacturar y distribuir en una escala comercial. Entonces, necesitan de hecho a aquellos que poseen el capital para hacerlo y no pueden negociar nada más que su subsistencia. En esencia, vender sus ideas es como para otros trabajadores vender su trabajo. Esto se ilustra en “Ganancias de los artistas musicales y digitalización: una revisión de datos empíricos en Inglaterra y Alemania” de Martin Kretschmer, Profesor de Jurisprudencia de la Información en la Universidad Bournemouth, donde concluye que “los creadores tienen poco para ganar de la exclusividad” (Kretschmer, s. f.). Similarmente, en su estudio “Evidencia empírica de las ganancias por copyright” del 2006, dice:
“Las ganancias del no-copyright, e incluso de las actividades no artísticas, son una fuente importante de ingresos para muchos creadores” (Kretschmer, 2006). Este estudio incluye muchas cifras sorprendentes. Por ejemplo, el pago medio distribuido por la Performing Right Society (Reino Unido) en 1994 a los detetadores de copyright fue de £84 (Kretschmer, 2006).
Mientras que los términos no comerciales podrían proveer una forma de integrar a los artistas que producen cultura libre a la de otra forma propietaria industria del entretenimiento, no la desafían ni abordan la explotación imbuida en ella. Los tér- minos no comerciales resultan muy problemáticos para aquellos en la izquierda socialista que militan por la producción auto- organizada de los trabajadores, ya que estos términos también restringen la habilidad de estas empresas no capitalistas para reproducir tales obras. Entonces, tales licencias van en detrimento no sólo de los intereses de los artistas sino también de todos los trabajadores porque no son compatibles con el objetivo general de la izquierda socialista: la creación de una economía controlada por los trabajadores.
Para que el copyleft transmute en un instrumento revolucionario en el dominio de la producción cultural, debe convertirse en “copy-far-left” (extremaizquierda de copia). Debe insistir en la propiedad de los trabajadores sobre los medios de producción. Las obras mismas deben formar parte de ese stock común y estar disponibles para su uso productivo por otros productores con base en el común. Mientras los autores se reserven el derecho a hacer dinero de sus obras y prevengan a otros productores basados en el común hacerlo, sus obras no pueden considerarse parte del común en lo absoluto, son obras privadas. Una licencia copyfarleft no debe restringir el uso comercial, antes bien el uso que no está basado en el común.
Específicamente, el copyfarleft debe poseer un grupo de reglas para aquellos que están trabajando en el contexto de la propiedad comunal de los trabajadores y otro para aquellos que emplean la propiedad privada y el trabajo asalariado en la pro- ducción. Una licencia copyfarleft debe posibilitar a los productores a compartir libremente y también a retener el valor del producto de su trabajo. En otras palabras, debe ser posible para los trabajadores obtener una remuneración aplicando su trabajo a la propiedad mutua, pero imposible para los propietarios de la propiedad privada obtener ganancias del trabajo asalariado.
Entonces, bajo una licencia copyfarleft, una imprenta cooperativa controlada por sus trabajadores sería libre de reproducir, distribuir y modificar el stock común como deseen, pero una imprenta privada se vería impedida de obtener acceso libre. De esta forma, el copyfarleft se mantiene libre en el mismo sentido que el copyleft, a pesar de las restricciones a la redistribución propietaria. El copyfarleft proscribe la sustracción del común, no las contribuciones a él.
Una licencia copyfarleft permitiría el uso comercial con base en el común al tiempo que niega la posibilidad de obtener rédito explotando el trabajo asalariado. El abordaje copyleft no comercial no hace ninguna de las dos cosas, previene el comer- cio basado en el común mientras que no restringe efectivamente la explotación asalariada porque esto requiere un cambio en la distribución de la riqueza. El copyleft provee una fundación sólida para el software en la producción basada en el común. El copyfarleft podría proveer una base funcional para las obras culturales y además convertirse en un stock común empleado por productores independientes. Sólo la promoción de una economía de los trabajadores, no sólo la prevención del uso comercial, puede cambiar la distribución de la riqueza.
Sin embargo, para que el copyfarleft tenga un impacto real, necesitaría ser empleado en el contexto de una naciente economía de los trabajadores que incluya varias formas de producción, por ejemplo culturales y materiales (arte tanto como comida, etc.) En ausencia de tal ambiente, el copyleft y sus variedades poseen poca ventaja para la mayoría de los artistas, para quienes el prospecto de ganancia financiera a través del licenciamiento comercial es despreciable. Para estos artistas, el anti- copyright mantiene un fuerte atractivo. El anti-copyright es un gesto radical que rechaza transigencias pragmáticas y busca abolir la propiedad intelectual toda. El anti-copyright afirma una libertad absoluta y no reconoce límites para su deseo.
Mientras que algunas mutaciones del copyleft han multiplicado las restricciones, otras han rechazado cualquier tipo de restricción, incluyendo la sola restricción impuesta por el copyleft inicial. Es el movimiento alrededor de la compartición entre pares lo que más se acerca al gesto del anti-copyright. El mejor ejemplo de esto es el blog Copyriot de Rasmus Fleischer del Piratbyrån (Buró de Piratería), un think tank anti-propiedad intelectual y los alguna vez fundadores de Pirate Bay, el más conocido sitio BitTorrent de la comunidad P2P. El leit motiv de Copyriot es “Sin copyright. Sin licencia”. Pero existe una diferencia con respecto a la vieja tradición anti-copyright. Fleischer afirma que el copyright se ha vuelto absurdo en la era de la tecnología digital porque debe recurrir a toda suerte de ficciones, como distinciones entre subidas y bajadas o entre productor y consumidor, que no tienen existencia real en una comunicación horizontal entre pares.
El Piratbyrån rechaza el copyright completamente, pero no porque está fallado de fábrica, sino porque fue inventado para regular una costosa máquina de una sola vía como la imprenta y ya no se corresponde con las prácticas que han sido posibilitadas por las actuales tecnologías de la reproducción. Sin embargo, a pesar de lo absurdo de las ficciones en que descansa el copy- right, el contexto político más amplio sugiere que los modelos inspirados en el copyleft también tienen un rol importante que jugar. El rechazo total del ambiente legal no siempre es posible cuando se toman en cuenta las consideraciones prácticas. Construir formas alternativas de producir y compartir, “construir la sociedad nueva en la cáscara de la vieja”, requiere que operemos dentro del sistema legal capitalista donde la lógica de captura y explotación está imbuida. Aunque existe el espacio para gestos desafiantes, debemos ponernos a buscar las formas y estructuras requeridas para construir y expandir el común. Resulta claro que restricciones como las del copyleft y el copyfarleft sirven para proteger el común y mantenerlo libre.
Mientras exista el copyright, las licencias con inspiración copyleft continuarán siendo necesarias para permitir la libertad intelectual dentro del régimen del copyright. Sólo cuando los trabajadores hayan realizado su rol histórico y creen una sociedad sin clases, podremos crear una cultura realmente libre sin restricciones.
[*] El Manifiesto Telecomunista se compone de textos extendidos y retrabajados por
Dmytri Kleiner, a partir de trabajos de Joanne Richardson, Brian Wy- rick y Dmytri
Kleiner, 2004-2008. Esta publicación se encuentra bajo la Licencia de Producción de Pares (http://endefensadelsl.org/ppl_deed_es.html). Se promueve el uso comercial hecho por colectivos y trabajadores independientes que trabajen en el dominio común. Traducido al castellano por fauno y mpj. Correcciones por Andrea Granate y KaZe. Según el autor: “El Manifiesto Telecomunista es en gran medida un cut-up, un collage de textos que produje y coproduje durante los últimos años. Incorpora pasajes significativos de “Copyright, Copyleft y los Anti Comunes Creativos”(…) publicado originalmente en “Anna Nimmus” en el sitio web homónimo”.
[2] Manifiesto del Partido Comunista (1848).
http://www.marxists.org/espanol/m- e/1840s/48- manif.htm